
Sin embargo, Keitarō ha suspendido dos veces el examen de acceso y sus padres lo echan de casa. Él decide ir a la posada de su abuela a vivir allí un tiempo y estudiar tranquilo, pero hacía años que dejó de ser una posada para ser una residencia femenina con cuatro inquilinas, todas hermosas y adolescentes. Al principio las chicas se lo toman muy mal, y toman a Keitarô por un pervertido, pero al final su tía que vive en la residencia y regenta una cafetería anexa permite que se quede como encargado y administrador, teniendo que aprender a convivir día a día con todas las chicas, las cuales poseen personalidades muy distintas entre sí, y así lidiar con problemas sentimentales y domésticos que desembocan en situaciones cómicas.
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